Se define como velocidad de obturación al tiempo en que permanece abierta la entrada de luz u obturador de la cámara para que la luz impacte en el elemento fotosensible. La velocidad de obturación se indica en segundos y, cuantos más segundos, más tiempo permanecerá abierto el obturador.
Las cámaras digitales actuales tienen velocidades de obturación automáticas que pueden ir desde los 30 segundos hasta una ochomilésima de segundo que, en este caso, se escribe así 1/8000. En modo manual se pueden llegar a hacer exposiciones de varios minutos o incluso horas.
Un caso particular de la velocidad de la cámara es el modo B (del inglés, Bulb) que básicamente funcionará abriendo el obturador cuando pulsamos el disparador y no lo cerrará hasta que lo soltemos. Esta opción puede ser especialmente útil para conseguir los efectos de estelas de estrellas en astrofotografía donde es habitual que el obturador permanezca abierto varios minutos o incluso horas.
De forma análoga a como pasaba con la apertura, cada paso de obturación dejará abierto el obturador de la cámara el doble o la mitad de tiempo según si aumenta o disminuye y por tanto, la cantidad de luz que impactará en el sensor será el doble o la mitad. Por ejemplo, una obturación de 1/60 deja el obturador abierto el doble de tiempo que una de 1/125.
Del mismo modo que la apertura de diafragma nos ofrecía posibilidades creativas, la velocidad de obturación también nos las ofrecerá. Por ejemplo, la fotografía de portada está realizada con una velocidad de obturación lenta de 3.2 segundos.
Como conclusión, una mayor velocidad de obturación "congelará" la acción mientras que una menor velocidad de obturación mostrará el movimiento del sujeto.